Siempre me gusta dejar pasar unos días antes de transcribir mis impresiones sobre la feria, de este modo se aplacan las emociones y se contempla todo desde una distancia objetiva.

Este año ha pasado más tiempo del habitual, ha sido un verano muy ajetreado.

Lo curioso es que las vivencias quedan más o menos diluidas en el tiempo y las emociones permanecen frescas como si hubiera sido ayer.

Me recuerdo a mí misma plena de satisfacción, lo que había ido recogiendo, lo que se transmitía en el aire me hacía sentir orgullosa y feliz.

Cada año aumenta la experiencia y mejora por tanto la planificación, se suceden menos las pequeñas aventuras y eso se traduce en menos stress.

No es que yo lo viera, que lo veía, es que todo el mundo me lo decía, se admiraban de la calidad de las miniaturas expuestas, se contagiaban del ambiente feliz y dicharachero e iban y venían en permanente procesión por los pasillos del salón riendo y festejando la ocasión de reunirnos y de poder tener al alcance piezas tan exquisitas.

La crisis hace mella en todas partes pero el número de visitantes ha aumentado, hemos recibido aficionados desde varios puntos de Europa y desde casi todos los de España. Los medios se van haciendo eco del evento con más interés cada año y comienzan a programar reportajes sobre el mundo de las casas de muñecas con varios meses de antelación...¡crecemos!.

Tengo que agradecer a los artesanos su gran profesionalidad en todos los aspectos, sin ellos no habría sido posible.

Y, no habría sido posible sin las ganas de disfrutar con exultante vitalidad de todos los que nos visitaron.

Gracias a todos y como siempre: "el año que viene más y mejor"